ICONOGRAFIA BIZANTINA
Según la tradición, el evangelista San Lucas conoció a la Virgen tras la muerte de Cristo y fue el primero en retratarla con el niño.
La representación iconográfica de la Madre de Dios Theotokos es el protagonista absoluto de esta exposición y no es de extrañar mi fascinación por dicha imagen puesto que si nos remontamos en el tiempo, la imagen de la virgen ha sido objeto de veneración desde la antigüedad conquistando el mundo medieval hasta nuestros días desde China hasta Etiopía y desde Grecia hasta Rusia.
La muestra iconográfica abarca desde la Virgen niña hasta una Virgen adulta; La virgen de la ternura Eleousa donde nos encontramos con la compasiva y afectuosa relación entre María y el niño Jesús, una variante menos solemne que la Odighitria (la que guía) también representada aquí como la virgen del mirto Myrtidiotissa puesto que ésta fue encontrada por un pastor en dicho arbusto. En dos iconos se representan la virgen en el trono con el niño Kyriotissa, dos imágenes parecidas pero que contrastan con la rigidez de una y la actitud amable y despojada del hieratismo de la otra. Concluyo la serie iconográfica que dedico a la virgen con el icono Fuente de Vida donde María, Madre de Dios, ofrece a los fieles el agua de la salvación.
En esta muestra he querido incluir también la imagen de Cristo pero en un “modesto” y discreto segundo plano, no por ello menos meritorio puesto que su imagen solemne se impone elegante bendiciendo al espectador y a la vez nos ofrece en Cristo Vid Verdadera el discurso que dirigió a sus discípulos en la última cena:
…Yo soy la vid verdadera y mi padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no dá fruto, lo corta y todo el que da fruto lo limpia para que dé más fruto.
En mi producción artística, nunca ha sido mi intención sobrepasar los límites fundamentales de la estética bizantina y, aunque cada época genera su estilo propio, en mi caso he intentado seguir el proceso tradicional del Icono Griego Bizantino. Mi aportación no tiene que ver con la estética sino con la expresión y la fuerza espiritual que éstos transmiten de manera genuina y natural, probablemente consecuencia de un trazo apasionado en el que me he visto envuelta a la hora de ejecutarlos.
Mercedes Pascual
La representación iconográfica de la Madre de Dios Theotokos es el protagonista absoluto de esta exposición y no es de extrañar mi fascinación por dicha imagen puesto que si nos remontamos en el tiempo, la imagen de la virgen ha sido objeto de veneración desde la antigüedad conquistando el mundo medieval hasta nuestros días desde China hasta Etiopía y desde Grecia hasta Rusia.
La muestra iconográfica abarca desde la Virgen niña hasta una Virgen adulta; La virgen de la ternura Eleousa donde nos encontramos con la compasiva y afectuosa relación entre María y el niño Jesús, una variante menos solemne que la Odighitria (la que guía) también representada aquí como la virgen del mirto Myrtidiotissa puesto que ésta fue encontrada por un pastor en dicho arbusto. En dos iconos se representan la virgen en el trono con el niño Kyriotissa, dos imágenes parecidas pero que contrastan con la rigidez de una y la actitud amable y despojada del hieratismo de la otra. Concluyo la serie iconográfica que dedico a la virgen con el icono Fuente de Vida donde María, Madre de Dios, ofrece a los fieles el agua de la salvación.
En esta muestra he querido incluir también la imagen de Cristo pero en un “modesto” y discreto segundo plano, no por ello menos meritorio puesto que su imagen solemne se impone elegante bendiciendo al espectador y a la vez nos ofrece en Cristo Vid Verdadera el discurso que dirigió a sus discípulos en la última cena:
…Yo soy la vid verdadera y mi padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no dá fruto, lo corta y todo el que da fruto lo limpia para que dé más fruto.
En mi producción artística, nunca ha sido mi intención sobrepasar los límites fundamentales de la estética bizantina y, aunque cada época genera su estilo propio, en mi caso he intentado seguir el proceso tradicional del Icono Griego Bizantino. Mi aportación no tiene que ver con la estética sino con la expresión y la fuerza espiritual que éstos transmiten de manera genuina y natural, probablemente consecuencia de un trazo apasionado en el que me he visto envuelta a la hora de ejecutarlos.
Mercedes Pascual
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